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La NASA completó una importante misión que nos ayudará a estudiar el Sistema Solar y a prepararnos para futuras misiones de defensa planetaria. En desierto de Utah se logró un nuevo hallazgo, y es que cada vez vamos acumulando más conocimiento sobre el espacio. Aunque tardaremos en extraer conclusiones, los restos del asteroide quedarán por siempre para que puedan ser estudiados en el futuro.
Esta misión de la NASA comenzó en septiembre del 2016 y tardó cuatro años en recoger unas nuestras de polvo del asteroide Bennu. Y ahora, el 24 de septiembre ha conseguido volver a la Tierra y aterrizar con éxito. Aun así, resulta curioso que la nave espacial, OSIRIS-REx, sigue en el espacio, llevando a cabo una misión.
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Como venimos diciendo, OSIRIS-REx liberó esta cápsula con el material del asteroide Bennu a unos 100.000 kilómetros de la Tierra. Después, se fue hacia una nueva misión, OSIRIS-APEX, que se dedicará a explorar el asteroide Apophis, al que, supuestamente, llegará en 2029. ¿Y cómo llegó la cápsula a la Tierra?
Esta cápsula fue aminorando su velocidad al entrar en la atmósfera terrestre gracias a la ayuda de dos paracaídas hasta que cayó en el desierto de Utah. En el momento del aterrizaje, un equipo de rescate desplegado desde el campo militar de Dugway acudió, aunque tardaron 20 minutos en llegar en helicóptero.
En primer lugar, se cercioraron de que no hubiese ningún explosivo por la zona para, después, comprobar el estado de la cápsula y los niveles de gas a su alrededor. Como es normal, el calor de la cápsula después de soportar altísimas temperaturas provocaba la emisión de gases nocivos como el dióxido de azufre.
Aun así, la NASA comunicó que toda la cápsula estaba en un perfecto estado.
Obviamente, había un procedimiento bien definido para que los 250 gramos del asteroide Bennu no fuesen contaminados al entrar en contacto con la superficie terrestre. Así, se colocaron cubiertas sobre los respiraderos de la cápsula para que no entrase nada del exterior que no fuese aire.
Luego, cuando se enfrió la cápsula de unos 45 kilos de peso, se introdujo en una caja metálica, a la vez que trasladado con un arnés en helicóptero a una sala de la base de Utah. En dicha sala solo hay seis personas, que han preparado la muestra para que se trasladase al Centro Espacial Johnson de la NASA.
Este asteroide se dividirá en diferentes partes: un 20 % se repartirá entre los más de 200 científicos que forman parte de esta misión, la Agencia Espacial Canadiense se reservará un 4 % y la agencia japonesa, JAXA, un 0,5 %. Por otro lado, un 70 % se conservará para que científicos del futuro tengan material con el que investigar.
¿Cuáles eran los objetivos de esta misión? Para entenderlos, debemos tener en cuenta que los asteroides son fósiles del tiempo, restos de formación de planetas y lunas. Hablamos de objetivos con 4.600 millones de años de vida. Por ello, su comportamiento y, desde ahora, su composición, nos permiten entender cómo se formaron.
La teoría es que Bennu se formó a partir de los pedazos de un asteroide mucho más grande después de una colisión catastrófica que habría tenido lugar hace 1.000 y 2.000 millones de años. ¿Puede suceder una colisión con la Tierra? En teoría, hasta 2.300 no habría un riesgo real de colisión.
Y es que este asteroide se aproxima a la Tierra cada seis años, de ahí que haya sido relativamente fácil mandar una nave para recoger restos del mismo. Hace un tiempo, La NASA estipuló que había una posibilidad entre 2.750 de que Bennu chocara contra la Tierra en 2182, lo que nos deja un tranquilo panorama.
En relación con este nuevo avance de la NASA, debemos recordar que hace relativamente poco tiempo, ya se consiguió desviar un asteroide en su misión DART. Fue todo un éxito y consiguió desvió el asteroide Dimorphos alrededor del asteroide Didymos unos 32 minutos.
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