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Con el vertiginoso ritmo de experimentación que se está produciendo en este campo, la inteligencia artificial, junto con la robótica, se está convirtiendo rápidamente en una especie de caja de Pandora.
Constantemente se hablan de sus ventajas y desventajas en todos los rincones del Internet y aunque la tecnología está en pañales, ya están surgiendo ejemplos que sugieren la necesidad de regularla, y más pronto que tarde.
116 expertos del campo de la inteligencia artificial y la robótica, escribieron en agosto una carta a las Naciones Unidas que se ha hecho célebre y se cita con frecuencia. En ella advertían de la posibilidad de que se desarrollaran sistemas de armamento autónomos capaces de identificar objetivos y emplear fuerza letal sin intervención humana.
Esto plantea cuestiones complejas, tanto éticas como prácticas, sobre los límites que deben imponerse a la IA. ¿Debe confiarse a los robots la toma de decisiones? ¿Serían sus decisiones mejores que las humanas? Incluso si las democracias limitan su desarrollo, ¿seguirán su ejemplo los regímenes autoritarios o las utilizarán para doblegar sus violaciones sobre los derechos humanos?
Cualesquiera que sean las respuestas, es necesario que aborden no sólo los escenarios militares, sino todas las demás esferas en las que la IA podría tener un impacto en la sociedad: atención sanitaria, transporte, gobierno, legal y medicina, por nombrar sólo un puñado de áreas en las que la tecnología ya se está desarrollando. Y las respuestas deben llegar cuanto antes.
Algunos expertos creen que la regulación necesita un ajuste, pero no necesariamente un cambio total. En primer lugar, porque bloquear la IA ahogaría la innovación y, en segundo lugar, las leyes vigentes son suficientemente flexibles para cubrir el futuro previsible.
En el ámbito actual de la responsabilidad civil, sí podemos afirmar con certeza que los humanos siempre seremos responsables de las acciones de los robots, entonces las leyes existentes podrán adaptarse para cubrir nuevas amenazas. Pero si es posible insuflar vida a los robots, dotándolos de emociones y moral, el juego cambia y los reguladores tendrán que trabajar mucho más.
¿Cómo podríamos controlar herramientas cuyo funcionamiento sólo comprendemos parcialmente? Si la amenaza no es inminente, sin duda existirá en el futuro".
Hay pruebas de que es necesario actuar incluso a un nivel más prosaico. Los macrodatos y el aprendizaje automático (este último es un subconjunto de la IA) se emplearon durante las elecciones generales en EE.UU. y el Reino Unido para calibrar el sentimiento de los votantes a través de las redes sociales e influir en los patrones de voto a gran escala.
¿Constituye la naturaleza sistémica de esta táctica emergente una manipulación de los votantes, especialmente cuando se combina con las denominadas "noticias falsas"? La respuesta a esta pregunta tiene profundas implicaciones para las democracias modernas, especialmente si pueden intervenir potencias extranjeras.
Cada uno de nosotros deja enormes huellas digitales, lo que permite a los algoritmos clasificarnos en arquetipos. Esta cantidad de datos es increíblemente valiosa para entender cómo llegar, persuadir y convertir mejor a los votantes y al público. Lo que exige que existan regulaciones para la protección de datos de las personas.
Otra dimensión es el papel que desempeñarán los trabajadores humanos en un mundo de IA. Los expertos están divididos sobre si esto supondrá un desempleo masivo y quizás la necesidad de una renta básica universal, o si aumentará lo que la gente ya hace y proporcionará nuevas oportunidades en campos más creativos.
Siempre nos venden que cada revolución tecnológica hará que los seres humanos se liberen de las cargas del empleo. Cuanto más avanzada es la sociedad, más duro parece trabajar todo el mundo". Sin embargo, muchos expertos sostienen que un futuro salario universal es un hecho evidente, que se rechaza parcialmente por inercia social.
Muchos expertos coinciden en que es necesario actuar y que los reguladores se están poniendo al día. En julio de 2017, Elon Musk dijo en una reunión de la Asociación Nacional de Gobernadores de Estados Unidos:
"Cuando reaccionemos ante la regulación de la IA, ya será demasiado tarde... Normalmente, las normativas se establecen cuando ocurren un montón de cosas malas, hay una protesta pública y, al cabo de muchos años, se crea una agencia reguladora para vigilar esa industria. Eso puede tardar una eternidad. Eso, en el pasado, ha sido malo, pero no algo que representara un riesgo fundamental para la existencia de la civilización".
Sin embargo, sigue habiendo dudas sobre quién debe regular, qué debe cubrirse y cómo funcionará la mecánica de la gobernanza mundial.
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