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El autoaprendizaje es un enfoque que ha ganado relevancia en los últimos años debido a la creciente necesidad de adaptarse a un entorno en constante cambio y a las exigencias del mercado laboral. La importancia del autoaprendizaje en el desarrollo de estudiantes y trabajadores radica en su capacidad para fomentar la autonomía, el pensamiento crítico y la autoevaluación, elementos fundamentales para el éxito en los ámbitos académico y laboral. En este artículo, se abordará cómo el autoaprendizaje contribuye al desarrollo integral de las personas y por qué es crucial para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
El autoaprendizaje o aprendizaje autónomo se ha situado como una de las habilidades blandas más valoradas en el mercado laboral actual. Esto es así porque es fundamental para el desarrollo de habilidades cognitivas, emocionales y sociales en las personas, ya sean estudiantes o trabajadores. Al tomar la iniciativa en su propio aprendizaje, las personas pueden adquirir más responsabilidad y compromiso con sus objetivos educativos. De hecho, permite desarrollar y adquirir habilidades de aprendizaje permanente, lo que, en pocas palabras, contribuye con una alta capacidad de adaptación a los cambios y evolución no solo de las disciplinas, sino también de las exigencias de los empleadores.
Entonces, “aprender a aprender” se sitúa como un concepto clave en el aprendizaje, puesto que implica que los estudiantes y personas en general desarrolles estrategias efectivas de aprendizaje, las cuales también deben ser adaptativas según las necesidades y contextos. Para lograr esto, las personas deben ser capaces de identificar los métodos y recursos más apropiados para alcanzar esos objetivos. Una vez que se sabe cómo aprender, sabrán estar mejor preparadas para enfrentar desafíos de todo tipo, sobre todo, académicos y profesionales a lo largo de la vida.
Entonces, tanto docentes como empleadores, según sea el caso, deben establecer contextos adecuados para fomentar el autoaprendizaje. La exploración y la toma de decisiones autónomas, entonces, ofrecen oportunidades para que las personas logren trabajar en proyectos personales o colaboren de manera efectiva en grupos de estudio y trabajo. Junto con esto, es necesario brindar herramientas para establecer objetivos y medir el propio progreso, ya que esto permitirá adoptar enfoques más autónomos durante el aprendizaje. De ahí que la autonomía deba ser una de las habilidades sobre la cual se establezca más atención.
En el siglo XXI – siglo de la tecnología y las innovaciones– el autoaprendizaje se ha convertido en una habilidad más que relevante debido a la necesidad de adaptarse a los cambios tecnológicos y sociales que experimenta el mundo a pasos acelerados. Los estudiantes y personas que buscan formarse continuamente están pendientes de adquirir nuevos conocimientos teórico-prácticos que les permitan desempeñarse de manera óptima en diversos entornos, como el universitario o el laboral.
De hecho, en un mercado laboral en constante evolución, la contratación de empleados está signada por la evaluación de cómo los candidatos –incluso practicantes– dominan los procesos de autoaprendizaje. Es relevante para las empresas porque aprender de manera autónoma permite ahondar en aspectos específicos del campo de estudio, así como desarrollar habilidades relacionadas con el trabajo, como la creatividad, el compromiso y la resiliencia.
Entonces, como herramienta, el autoaprendizaje implica muchas ventajas para el desarrollo personal en todos los niveles. Si la educación y la formación son importantes para el éxito personal, quienes opten por desarrollar a un alto nivel el autoaprendizaje tendrán mayores oportunidades para lograr objetivos, así como asumir un rol más activo en el modo en el que comprenden la formación.
El autoaprendizaje requiere un trabajo constante para lograr resultados de manera autónoma. Para alcanzar un nivel alto de dominio de las técnicas, estrategias y métodos para el estudio y desarrollar esta soft skill tan valorada, se deben seguir ciertas acciones. Entre ellas, se encuentran:
Disciplinarse. Para lograr una rutina de estudio, es necesario contar un espacio adecuado, establecer horarios fijos (o con poca variación), conservar la motivación, minimizar las distracciones y, por supuesto, tomar descansos. Una vez establecida la rutina, se pueden medir y valorar los resultados del autoaprendizaje.
Usar tecnologías. La tecnología, en general, ofrece muchas ventajas, como la automatización de procesos y el acceso a información. Entonces, quienes se encuentran en procesos de autoaprendizaje pueden recurrir a un sinfín de recursos, como videos, lecciones, libros electrónicos, conferencias, entre otros.
Practicar. Todo lo aprendido debe ser puesto en práctica para, primero, convertir el conocimiento en aplicaciones útiles y, segundo, para mejorar la productividad. Además, durante este proceso, se pueden reconocer fortalezas y debilidades en cuanto a los conocimientos teórico-prácticos adquiridos.
Desde hace algunas décadas, se hace hincapié en que la motivación y la metacognición, es decir, la conciencia de los propios procesos de pensamiento, son esenciales para el aprendizaje. Esto es así porque la motivación, sobre todo, impulsa a las personas a involucrarse activa y profundamente en su aprendizaje, enfrentar las complicaciones del proceso y persistir en sus esfuerzos. Por su parte, en cuanto a la segunda, reflexionar sobre el propio aprendizaje permite identificar áreas de mejora, ajustar estrategias y aplicar modificaciones en los métodos de estudio o formación.
Por lo tanto, el autoaprendizaje se relaciona directamente con la capacidad de tomar encargarse completamente de cada uno de los procesos relacionados con la adquisición de conocimientos. Esto va desde la elección de la formación, la búsqueda de información, el establecimiento de un calendario, la elaboración de una rutina y la evaluación general de todo el proceso. Sobre este último punto, es necesario considerar no solo cumplir con los objetivos previamente planteados, como mejorar una habilidad o aprobar una asignatura, sino también obtener certificaciones de cara a enfrentar al mercado laboral.
Como se ha mencionado, el autoaprendizaje no es solo importante en el ámbito académico, es decir, durante los estudios superiores y los posgrados. Lo es también en el entorno laboral. En él, los profesionales que son capaces de aprender de manera autónoma pueden adaptarse con mayor facilidad a los cambios en su ámbito de trabajo, mantenerse al día con las últimas tendencias y tecnologías, y mejorar continuamente sus habilidades y conocimientos para hallarse al más alto nivel. De hecho, los empleadores valoran cada vez más a los candidatos que demuestran habilidades como esta, ya que es un indicador de mayor capacidad para enfrentar desafío y contribuir de manera efectiva al éxito y operatividad de la organización.
Los departamentos de recursos humanos, por lo tanto, están muy atentos al modo en que sus trabajadores proceden para adquirir nuevas competencias. Es más, aunque se promuevan actividades y capacitaciones dentro del entorno laboral, se valora el interés de los empleados por cursar formaciones dirigidas a alcanzar una alta productividad. Sumado a esto, en cuanto al crecimiento, los empleados pueden recibir promociones internar o bien por su desempeño, o bien por tener conocimientos específicos para tareas de alta exigencia y responsabilidad. Con todo, se observa que el autoaprendizaje les ofrece más y mejores oportunidades.
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