Ictus: definición y tipos
El cerebro controla los movimientos, almacena los recuerdos y genera pensamientos, emociones y enunciados. Además, sirve de torre de control para una multitud de funciones corporales indispensables, como la respiración o la digestión. Para su correcto funcionamiento, nuestro cerebro necesita que la sangre transporte oxígeno hasta él a través de las arterias. Si no se le proporciona oxígeno al cerebro, sus células empezarán a morir en cuestión de minutos, lo que ocasiona el ictus.
Un ictus, también llamado más formalmente ataque cerebrovascular (ACV), ocurre cuando se obstruye el suministro de sangre que circula hacia el cerebro o cuando explota un vaso sanguíneo ubicado en el cerebro. Esto impide que el oxígeno llegue al cerebro, impidiendo su funcionamiento. En ambos casos, el cerebro se ve dañado parcialmente, pudiendo llegar a causar la muerte. En algunos ictus, la persona puede seguir con vida, pero con un daño cerebral crónico o discapacidad intelectual o física de por vida.
Tipos de ictus
Podemos distinguir dos tipos de ictus:
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Ictus isquémico: La mayoría de accidentes cerebrovasculares son ictus isquémicos. Este se da cuando hay coágulos de sangre que obstaculizan el flujo de sangre a través de los vasos sanguíneos hacia el cerebro. Los depósitos de grasa que van acumulándose en venas y arterias también pueden provocar bloqueos en los vasos sanguíneos.
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Ictus hemorrágico: Un ictus hemorrágico ocurre cuando una artería se rompe o revienta, lo que conduce a que la sangre se rebase (derrame cerebral). Esta sangre va acumulándose y puede llegar a ejercer demasiada presión en las células circundantes. Algunas de las condiciones médicas que pueden desembocar en un ictus hemorrágico son la presión sanguínea alta y los aneurismas.
Posibles secuelas de un ictus
Un ictus puede causar una amplia variedad de secuelas dependiendo de la gravedad, la ubicación y la duración del evento. Algunas de las secuelas más comunes incluyen:
Parálisis
El ictus puede causar una pérdida de la capacidad para mover una parte del cuerpo, lo que se conoce como parálisis. Esta pérdida de movimiento puede afectar a un lado del cuerpo o puede ser más localizada en una extremidad o una parte del cuerpo. Las diferentes parálisis que pueden ocurrir después de un ictus son:
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Hemiplejia: La hemiplejia es una forma común de parálisis que ocurre después de un ictus. La hemiplejia puede afectar un lado del cuerpo, causando una pérdida de movimiento y sensibilidad en el brazo, la pierna y la cara del mismo lado del cuerpo.
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Parálisis facial: La parálisis facial puede hacer que una persona tenga dificultades para mover los músculos de la cara, lo que puede afectar su capacidad para sonreír, parpadear o hablar correctamente.
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Parálisis de las extremidades superiores o inferiores: Esto puede hacer que la persona tenga dificultades para caminar, levantar objetos o realizar actividades diarias que requieren el uso de las manos o los brazos.
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Parálisis del tronco cerebral: El ictus puede causar parálisis del tronco cerebral, lo que puede afectar la capacidad de una persona para respirar, tragar y hablar.
Problemas del habla y de la comprensión del lenguaje
El ictus puede afectar la capacidad de una persona para hablar o comprender el lenguaje. Esto puede hacer que sea difícil para la persona comunicarse con los demás o seguir las instrucciones. Entre los trastornos del habla que puede provocar un ictus encontramos:
- Afasia: La afasia es un trastorno del habla que puede ocurrir después de un ictus. La afasia puede hacer que una persona tenga dificultades para hablar, leer, escribir y comprender el lenguaje.
- Disartria: La disartria puede hacer que una persona tenga dificultades para articular las palabras correctamente.
- Apraxia del habla: La apraxia del habla puede hacer que una persona tenga dificultades para coordinar los movimientos necesarios para producir el habla.
- Disfagia: La disfagia puede hacer que una persona tenga dificultades para tragar líquidos o alimentos.
Problemas de memoria y cognitivos
Un ictus puede causar problemas con la memoria, la concentración y otras funciones cognitivas. Esto puede hacer que sea difícil para la persona realizar tareas diarias como cocinar, manejar las finanzas o recordar los nombres de las personas. Un ictus puede causar los siguientes problemas de memoria:
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Amnesia: La amnesia es una pérdida total o parcial de la memoria que puede ocurrir después de un ictus. La amnesia puede afectar la memoria a corto plazo o a largo plazo, y puede hacer que la persona tenga dificultades para recordar eventos recientes o importantes de su vida.
- Anomia: Una persona que haya sufrido y sobrevivido a un ictus puede tener dificultades para recordar palabras y nombres, lo que se conoce como anomia.
- Amnesia retrógrada: El ictus también puede afectar la capacidad de una persona para recordar eventos pasados, lo que se conoce como amnesia retrógrada.
- Amnesia anterógrada: Después de un ictus, una persona puede tener dificultades para aprender cosas nuevas, lo que se conoce como amnesia anterógrada. Esto puede hacer que la persona tenga dificultades para aprender nuevas habilidades o información.
Problemas emocionales
El ictus puede causar problemas emocionales como la depresión, la ansiedad o la irritabilidad. Estos problemas emocionales pueden ser el resultado de cambios en el cerebro causados por el ictus o por la dificultad para adaptarse a los cambios en la vida cotidiana. Para ser más concretos, algunos problemas emocionales que puede ocasionar un ictus son:
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Depresión: La persona afectada puede experimentar sentimientos de tristeza, desesperanza y falta de interés en las actividades diarias.
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Ansiedad: La persona puede sentir preocupación constante, inquietud y temor excesivo ante situaciones cotidianas. Se suele observar un temor súbito a que un ictus pueda volver a repetirse en determinadas situaciones.
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Cambios de humor: Después de un ictus, la persona afectada puede experimentar cambios de humor, incluyendo irritabilidad, enojo y frustración. Estos cambios pueden afectar su capacidad para interactuar con los demás y realizar tareas diarias.
- Problemas de adaptación: El ictus puede hacer que la persona afectada se sienta desconectada de su vida anterior, lo que puede afectar su capacidad para adaptarse a su nueva situación.
- Problemas de autoestima: Después de un ictus, la persona afectada puede experimentar una disminución de la autoestima y la autoconfianza, especialmente si ha perdido habilidades motrices, cognitivas o si ha experimentado un deterioro físico evidente a la vista.
Problemas de coordinación y equilibrio
El ictus puede afectar la capacidad de una persona para mantener el equilibrio y coordinar los movimientos. Esto puede hacer que la persona sea propensa a caídas o que tenga dificultades para realizar tareas que requieren coordinación fina. Algunos problemas de coordinación y equilibrio que pueden surgir a raíz de un ictus son:
- Ataxia: La ataxia es una afección que causa problemas de coordinación muscular.
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Pérdida de equilibrio: Después de un ictus, una persona puede experimentar una pérdida de equilibrio, lo que puede aumentar el riesgo de caídas y lesiones.
Problemas de visión
El ictus puede afectar la visión de una persona, causando visión borrosa, doble o reducida en uno o ambos ojos. Además, también se pueden experimentar problemas para percibir visualmente objetos o distinguir formas. También se han registrado algunas afecciones en el movimiento y coordinación ocular, lo que dificultaría tareas como la lectura.
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