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Bronceado

El bronceado consiste en oscurecer la piel de forma natural, a través de la exposición al sol. La radiación ultravioleta es la que proporciona un tono moreno a la piel mediante el bronceado.

En la actualidad, existen lugares destinados al fin de bronceado; se trata de los solariums. El solárium simula la luz solar a través de una fuente de luz artificial que también da lugar al bronceado. Sobre todo, en los países de Occidente, la técnica de bronceado es muy practicada, dado que atraen sus fines estéticos, sin embargo, no es recomendable que el bronceado se alargue en exceso, pues esta práctica puede provocar quemaduras solares, e incluso cáncer de piel, por la exposición excesiva a la luz solar o a la luz artificial que produzca el consecuente bronceado. Es por ello que el bronceado ha de adquirirse con la debida moderación y, muy importante, teniendo en cuenta el tipo de piel, así como el tono, para realizar una práctica responsable del bronceado. La consulta a profesionales médicos especializados en Dermatología, así como la utilización de cremas solares de distintos grados de protección, son recomendables si se desea tener bronceado el rostro y/o el cuerpo.

Para que el bronceado se genere en la piel humana, la causa es que ésta se oscurece por el incremento de un pigmento del cuerpo, que se denomina: melanina. Dicho pigmento está presente en las células de la epidermis y es sintetizado a través de la exposición a la luz ultravioleta que se encuentra en el espectro luminoso de la luz solar. Son las frecuencias de esta luz las que excitan la síntesis de melanina, y suelen dividirse en dos rangos: por un lado UVA, que abarca entre los 315 y 400 nm de longitud de onda, y por otro, UVB, de 280 a 315 nm de longitus de onda. Concretamente, las ondas del rango UVB disponen de una más elevada potencia energética, respecto a las del rango UVA, y por ello, en el bronceado, se consideran más perjudiciales para la piel.